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jueves, 7 de septiembre de 2023

Mi Experiencia con el Cáncer - Capítulo 3 - El Cáncer se adueña de tí sin pedirte permiso

 


"El comienzo de todo que terminó cambiando mi vida para siempre"

Quizás sea un buen momento para decir que uno jamás cree que pueda pasar por algo como el cáncer. De hecho he atendido a algunos pacientes con cáncer en mi consulta, por supuesto no en relación al cáncer en sí mismo pero sí mejorando sus calidades de vida y reduciendo sus efectos secundarios ya sea por quimioterapia, radioterapia, cirugía o una combinación de todas, entrando de lleno en sus historiales clínicos y llevando un exhaustivo resumen, sus diagnósticos y su sintomatología del día a día tras las consultas con sus oncólogos. 
Pero jamás pensé que me pudiera tocar a mí algo así, y esto es algo bastante común porque pensamos que algo así solo le pasa a los demás pero definitivamente no a nosotros, quizás por el delirio de pensar de que estamos dotados de alguna energía especial, de algún don en particular que hace que algo como el cáncer pase desapercibido en nuestra biología porque sabemos de alguna forma u otra que tenemos todas estas cuestiones bajo absoluto control.

Podemos ir más allá. Muchos de nosotros, sobre todo a edades más tempranas, tenemos esa sensación de inmortalidad, de pensar que desaparecer de este mundo es solo para otros y cuando alguien fallece ya sea cercano o lejano, lo achacamos a "la mala suerte, a la genética familiar o porque sencillamente no se ha cuidado debidamente", pero que sin duda es un hecho que no nos va ni nos viene, las enfermedades graves, la muerte, siempre es solo para los demás pero definitivamente no para nosotros. Aún más, los que estamos en el sector de la salud y el bienestar, tendemos a pensar aún más que son cosas que nos toca lidiar de forma externa pero que de alguna forma lo tenemos controlado en nuestro caso porque sabemos lo que estamos haciendo.  La verdad es que no era consciente de este hecho hasta que estuve pasando por todo este proceso, porque  yo también era de aquellos que pensaba que también tenía ese don particular de alejar el cáncer de mi vida. ¡Pero en vista de lo acontecido está claro que no fue así! Y entonces ¿qué es el cáncer? ¿Una lotería malévola?¿Una conspiración del universo contra nosotros? ¿Qué hemos hecho mal o en particular en mi caso qué he podido hacer mal para sufrir esto?
No hay nada esotérico en el cáncer, todo tiene una explicación, que no la sepamos ahora no significa que no la tenga, pero sabemos mucho más de lo que creemos negar saber, porque las ciencias biológicas a pesar de ser ciencias de la vida tienen un componente muy coherente y armónico en su manifestación. Que no sepamos interrelacionar todos los eventos que pueden ocurrir de forma natural, insisto, no significa que el universo y la célula no puedan estar relacionados, no significa que no puedan hablarse, y particularmente yo creo que sí lo hacen pero quizás mediante otros mecanismos de comunicación mucho más sofisticados que las simples interacciones químicas. Hay mucho que hablar sobre esto, quizás demasiado. 

Cuando uno va a la consulta del oncólogo y se le pregunta después del diagnóstico: "¿Por qué me ha pasado todo esto?" y no sepan responder es porque realmente la respuesta es compleja, o mejor dicho es humildemente desconocida. Pero quizás tampoco tanto. Los que nos dedicamos de una forma lateral a la terapéutica, a la integración y a la personalización del tratamiento a base de abordajes naturales y sostenibles, vamos viendo día tras día patrones que responden a hechos emocionales traumáticos que han ido persistiendo durante años, de hecho muchas veces de forma inconsciente y otras veces con plena consciencia. Puede parecer absurdo que algo emocional pueda sobrecargar nuestra biología hasta tal extremo y más, pero no es nada extraño se lo aseguro. En cualquier caso, el objetivo de este capítulo no es hablar sobre este tema, pero sín duda los trataré algo más adelante porque tiene mucha relevancia la esfera mental y emocional en la somatización de enfermedades al plano del nivel físico.

Y ahora sí ¿cómo comenzó todo? Desde hace más de seis o siete años que venía presentando unos ligeros abultamientos en la zona del cuello, que se acentuaban al mover la barbilla hacia el pecho durante la palpación, es lo que se conoce como adenopatías. Por aquel entonces no le dí demasiada importancia y pensé que lo más seguro es que no eran más que quistes que casualmente se habían formado bilateralmente - a ambos lados del cuello - siendo un lado más prominente que el otro y ambos casi imperceptibles externamente. Además no presentaba ningún otro tipo de síntomas que pudieran alertarme de alguna manera, al menos por aquel entonces, hace seis o siete años, por lo que seguí realizando mi vida de forma normal. 

Lamentablemente, el tiempo demostró que mis suposiciones estaban equivocadas. A medida que los años pasaban, los abultamientos en mi cuello seguían allí, sin causar molestias algunas, pero tampoco iban desapareciendo. A menudo, la vida nos envuelve en un velo de rutina y ocupaciones, y a pesar de estar en el campo de la salud, caí en esa trampa. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años, y esos pequeños bultos en mi cuello se convirtieron en una especie de compañeros indeseados pero tolerables.

No fue hasta hace poco más de año y medio que comencé a perder peso de forma significativa, algo bastante raro porque había abandonado durante un periodo largo de tiempo el hábito de hacer ejercicio y deporte por lo que debería de estar ganando peso y no perdiendo. También comencé a tener sudoración excesiva durante el día y la noche y aunque anteriormente tenía algo de picores por todo el cuerpo, en ese momento se volvieron algo más intensos. Ya estos síntomas junto con el incremento de tamaño de las adenopatías en el cuello fueron suficientes hechos para saber que esto no pintaba nada bien. Fue en ese momento que decidí acudir a urgencias y comenzar a realizar las pruebas iniciales pertinentes para este caso. No fue un acto de pánico, sino más bien de precaución y confirmación. 

Como era de esperar se realizaron algunas pruebas más detalladas, hemogramas y analíticas de laboratorio en general pero los resultados obtenidos fueron realmente nefastos, y me golpearon como un balde de agua fría: el hemograma parecía un mosaico de datos que había perdido coherencia completa, los linfocitos superaban los 130.000/ul cuando el rango máximo son 4.500/ul, los leucocitos superaban también los 135.000/ul cuando el rango superior no rebasa los 10.500/ul, la serie blanca en general un completo desbarajuste por no hablar de la hemoglobina y los hematocritos dentro de la serie roja.  Lo primero que me vino a la mente al ver esta analítica y relacionar estos datos con la sintomatología era la imagen muy clara de algún tipo de proceso bastante anómalo, en un contexto para nada benigno. Por tanto, tenía bastante claro con estos datos que el diagnóstico de cáncer estaba sobre la mesa, una realidad que parecía inverosímil, como si el protagonista de esta historia no pudiera ser yo, como si otro te arrebatara tu personaje súbitamente sin dar explicación alguna. No podía entender por qué esto me estaba pasando a mí, los sentimientos abrumadores de incredulidad y sorpresa comenzaron a mezclarse con una nueva determinación. Mis propios pacientes habían compartido conmigo sus miedos, angustias y luchas durante sus tratamientos contra el cáncer. Ahora me encontraba en la encrucijada de experimentar en carne propia esa montaña rusa emocional y física. Los tratamientos, las terapias y los efectos secundarios dejaron de ser simples conocimientos teóricos para convertirse en experiencias que en breve plazo tiempo comenzaré a experimentar y que explicaré en capitulos posteriores.

A lo largo de este proceso, te das cuenta de que el cáncer no es una maldición ni una conspiración del universo. Es una manifestación compleja de la biología, en la que las interacciones celulares, tus hábitos de vida, tu sedentarismo, tus emociones y estado mental así como los factores genéticos pueden desencadenar eventos complejos e inesperados. El control que creemos tener sobre nuestra salud puede ser más frágil de lo que imaginamos, pero eso no significa que estemos indefensos. La ciencia y la medicina continúan avanzando, arrojando luz sobre los procesos físicos sin embargo las conexiones entre esto último y lo emocional, lo molecular y lo mental quedan todavía bastante rezagados. 
Sin todavía tener confirmación plena de un proceso oncológico la pregunta "¿por qué me está pasando todo esto?" no dejaba martirizarme y se convirtió en una búsqueda profunda de comprensión y aceptación. El enfoque en la salud no es solo una cuestión física, sino también un ejercicio de equilibrio emocional y mental. El cáncer, en mi caso, se convirtió en una oportunidad para reflexionar sobre mi propia vida, para confrontar mis miedos y para redefinir mi relación con la enfermedad y la mortalidad. En esta historia, las adenopatías en mi cuello - que luego se manifestaron en mis axilas y en mis ingles de forma bilateral- fueron más que simples signos físicos. El cáncer entró sin permiso en mi vida, pero también abrió puertas a nuevas perspectivas y entendimientos. Era muy consciente que a medida que continuaba con los procesos de diagnóstico y al mismo tiempo iba recorriendo mi camino hacia la aceptación, sabía que esta experiencia se convertirá en un capítulo crucial en mi propia narrativa, una que, con humildad y perseverancia, todavía estoy aprendiendo a abrazar porque está claro que te marca un antes y un después, que ya iremos viendo a medida que se desarrollan los capítulos. En el primer y segundo capítulo podrás leer más sobre mis primeras sensaciones al recibir la noticia, pero ahora sigamos explicando cómo se iban desarrollando las pruebas hasta llegar al diagnóstico final, en el siguiente capítulo.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Mi Experiencia con el Cáncer - Capitulo 2 - Tras la tempestad la serenidad llega si sabes abrazarla

 

"Cuando la tempestad amaina, la paz regresa y tu mente se llena de serenidad....¡si le dejas!"

No es mero cliché que tras la feroz tormenta se abre paso la apacible calma. Aunque la tempestad más salvaje amenace con destruirlo todo a su paso, siempre llega un momento en que pierde fuelle y se disipa. Incluso tras el impacto inicial de la noticia, que puede sentirse como un tsunami devastador, nuestra mente puede ofrecernos una oportunidad para restablecer el orden, encontrar la serenidad y empezar a razonar con claridad tras el impacto inicial. Pero esto solo es posible si lo permitimos, y si adoptamos la actitud y la postura adecuada. Sí lo sé, no es fácil, pero créeme que es muy posible abrazar ese remanso de paz que nos ofrece esa tregua cuando te invada por completo y saber indentificarla con la actitud adecuada.

Es una tregua que debemos saber reconocer y aceptar con firmeza. Si nos perdemos en un torbellino de pensamientos y emociones negativas, solo conseguiremos alimentar la tormenta y sumirnos en la desesperación. Nada de esto es beneficioso para nuestra salud mental, emocional o física. Es fundamental adoptar una perspectiva positiva y aprovechar todos los recursos que tengamos a nuestra disposición para afrontar la situación de la mejor manera posible.

Ya comenté en el primer capítulo que la magnitud de tu fortaleza interna no aflora hasta que se te presenta un reto verdadero, podrías asombrarte de lo que nosotros los seres humanos, somos capaces de afrontar ante una situación de auténtico desafío como puede ser este caso, ¡y yo fuí el primero en asombrarme, créeme! . Pero para ello has de mantener la serenidad, has de centrarte en las soluciones y no en el posible estrago que puede causar en tu vida el cáncer porque eso es meter más leña al fuego al final y terminarás en una calle sin salida, incrementará tu ansiedad y el desespero pasará a formar parte de una mayor confusión, y no olvides que no hay mayor temor que a lo desconocido o hacia aquello que no llegas a entender. Y cuando digo entender no me refiero al proceso oncológico en su totalidad, aunque sí es verdad que en cierta medida sí es bueno conocer a tu enemigo, pero me refiero sobre todo a un entendimiento más personal, más intrínseco, a mantener tu estado de serenidad para que des tiempo a tu mente y tu cuerpo comprender por lo que está pasando y así poder tomar buenas decisiones que comulguen contigo a todos los niveles. La confusión generada por la ansiedad y la desesperación lo único que consigue es que termines tomando decisiones equivocadas que luego en frío podrías lamentar.

La adversidad genera a priori una reacción defensiva, un torbellino que te puede arrastrar hacia abajo en términos emocionales y disparar tu estado de alerta máxima según en quién y cómo, pero también puede ser una oportunidad para que se desarrolle una auténtica fortaleza, la resiliencia y la entereza en tí mismo. Puede parecer extraño pero en verdad te digo que no hay mayor maestro que la adversidad si sabes sacarle el mayor partido bajo una actitud positiva. La transformación personal que ofrece un estado de adversidad, y sobre todo en situaciones de enfermedad como puede ser el cáncer es realmente único, casi una metamorfosis, y lo digo por propia experiencia porque para mí ha supuesto una auténtica evolución - lejos de una posible involución - a nivel personal, con todo lo que eso significa. No subestimes la adversidad ni la apartes de tí, es una oportunidad única para forjar integridad y verdadero liderazgo ante esta situación porque a través del doloroso proceso de transformación, que por ejemplo yo mismo he vivido, surge una persona más íntegra, con una visión más amplia del entorno, la gente y las circunstancias. Como en el universo Marvel, se podría decir algo así como que te dotas de super poderes en el proceso, es decir, lo que antes pasaba desapercibido, casi sin importancia en tu vida anterior a padecer el cáncer ahora se amplifica y tanto tus sentidos como tu inteligencia emocional se vuelven hipersensibles, tu estado general se vuelve más alerta en el entorno y tu empatía hacia los demás empieza a ser cada vez evidente y tangible. En definitiva,  la adversidad puede ser una oportunidad de evolución personal si se maneja con una actitud positiva.

Supongo que os estareís preguntando que ya es hora de que comente con qué tipo de cáncer fui diagnosticado y ¡tenéís toda la razón!. Pues bien, en mi caso el diagnóstico fue en enero del 2022 y de un linfoma folicular de grado II y estadío IV. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar un linfoma folicular es un tipo de cáncer que afecta el sistema linfático, el cual es responsable de la defensa del cuerpo contra las infecciones. Este tipo de linfoma se origina en los glóbulos blancos llamados linfocitos B, que normalmente ayudan a combatir las infecciones. Sin embargo, en el linfoma folicular, estos linfocitos se vuelven anormales y crecen de manera descontrolada, formando masas tumorales en los ganglios linfáticos y otros órganos del cuerpo. En segundo lugar que sea de un grado II implica un crecimiento lento, no es tan agresivo a priori, de hecho llevaba algunos años gestándose de forma muy gradual y lenta. El hecho que sea de estadío IV significa que está presente por encima y por debajo del diafragma, o en otras palabras bastante disperso por todo el cuerpo. Creo más acertado tratar el aspecto de la biología de este tipo de cánceres en capitulos posteriores donde se aborden aspectos más técnicos de esta patología.

Mi personal vendaval no se presentó de manera tan despiadada al principio. Como relaté en el primer capítulo, algunas sensaciones fueron más intensas que otras y algunas emociones más dolorosas que otras. Sin embargo, siento que tuve la fortuna de estar preparado para enfrentarme a una prueba como esta porque si me hubiera atravesado en el pasado, la experiencia inicial habría sido aún más brutal debido a mi actitud poco apropiada ante la adversidad. Cada individuo puede experimentar esto de manera diferente, pero creo que la mayoría coincide en que es un camino en general difícil de recorrer.

Es importante reconocer que la mente y el cuerpo están conectados y que las emociones pueden influir en la salud física. La conexión entre las emociones y las respuestas físicas del cuerpo puede ser una experiencia nueva y desconcertante para algunos pacientes oncológicos. Pueden sentirse abrumados por la sensación de opresión en el pecho, sudores fríos, palpitaciones y otros síntomas físicos que no están directamente relacionados con el cáncer. Sin embargo, es importante recordar que estas respuestas físicas son una respuesta natural del cuerpo a las emociones y que no deben ser ignoradas.

Si bien estas manifestaciones físicas son normales en un principio, es importante controlarlas para evitar que empeoren y se conviertan en somatizaciones crónicas. Las somatizaciones crónicas ocurren cuando las emociones se vuelven crónicas y se expresan de forma continua en el cuerpo, lo que puede empeorar el proceso oncológico.

Por lo tanto, es fundamental cuidar la salud emocional y mental para lograr una recuperación efectiva. Para ello, es importante aprender a manejar las emociones y reconocer las respuestas físicas del cuerpo. Los métodos para manejar las emociones varían de persona a persona, pero incluyen desde la meditación y el yoga hasta la terapia psicológica y el apoyo emocional de amigos y familiares, aspectos que también trataré en posteriores capítulos

En definitiva, reconocer la conexión entre las emociones y las respuestas físicas del cuerpo es fundamental para lograr una recuperación efectiva durante un proceso oncológico. Es necesario controlar las respuestas físicas para evitar somatizaciones crónicas que puedan empeorar la salud. Cuidar la salud mental y emocional es esencial para lograr una recuperación efectiva y mejorar la calidad de vida, por tanto no te quedes solo, si necesitas ayuda debes de pedirla aunque sea a gritos, porque existen recursos para hacerlo y que comentaré en breve.

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